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La vida fraterna es signo y sacramento del misterio de la Trinidad (CC.GG 95)

Éste es el misterio del amor más bello, el misterio de la Santísima Trinidad: las tres Personas divinas que viven en esa unión íntima e infinita de amor; un amor que es comunión y que se difunde hacia nosotros como donación de todo su Ser. Nos ama, busca hacernos partícipes de su misma vida divina: "Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y en él haremos nuestra morada" (Jn 14, 23).

La Santísima Trinidad es el misterio del amor de Dios; del amor más puro y más hermoso del universo. Más aún, es la revelación de un Dios que es el Amor en Persona, según la maravillosa definición que nos hizo san Juan: "Dios es Amor" (I Jn 4, 8). Siempre que nos habla de Sí mismo, se expresa con el lenguaje bello del amor humano. Todo el Antiguo y el Nuevo Testamento son testigos de ello. Dios se compara al amor de un padre bueno infinitamente cariñoso y misericordioso y a la ternura de la más dulce de las madres; El Buen Pastor que carga en sus hombros a la oveja perdida; el Padre bueno que hace salir su sol sobre justos e injustos, que viste de esplendor a las flores del campo y alimenta a los pajarillos del cielo; el Rey que da a su hijo único y lo entrega a la muerte por salvar a su pueblo; o esa maravillosa parábola del hijo pródigo, que nos revela más bien al Padre de las misericordias, "al padre con corazón de madre" -como ha escrito un autor contemporáneo–, con entrañas de ternura y delicadeza infinita.

Ojalá que todas las veces que nos persignemos y digamos: "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo", lo hagamos con más atención, nos acordemos de que Dios es Amor y de que nos ama infinitamente; agradezcamos ese amor y vivamos llenos de confianza, de alegría y de felicidad al sabernos sus hijas muy amadas. Y, en consecuencia, tratemos de dar a conocer también a los demás este amor de Dios a través de la caridad hacia nuestros prójimos: "Todo el que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios, porque Dios es Amor". El misterio de la Santísima Trinidad, más que para ser entendido, es para ser amado y vivido en nuestro interior. Si somos hermanas, es porque tenemos un Padre común al que podemos llamar “Padre Nuestro”. Si somos hermanas, es porque tenemos una casa común. Vivir la Trinidad es abrirse a la relación, ir al encuentro del otro. Lo decía bellamente San Agustín: “Entiendes la Trinidad si vives la caridad”.

El amor trinitario nos habla con fuerza de la donación, de la comunicación y de la comunión, tres son las dimensiones que constituyen la comunidad:
Donación total de las personas entre sí, de modo que no se reserven ninguna propiedad. Generosidad plena. Se vacían de sí para llenarse del otro. Difícil lección para nosotros, que tanto deseamos y tanto defendemos nuestras propiedades. Hacemos incluso del amor, una propiedad. Son los amores posesivos, que tratan a las hermanas como objetos.

Comunicación, apertura trinitaria, diálogo permanente, sabiduría compartida. Miremos a la Trinidad, no sólo para compartir nuestras cosas, sino nuestros ideales, vivimos muy incomunicados porque no nos abrimos el uno al otro. Nos oímos, pero no nos escuchamos. No dialogamos sinceramente en busca de la verdad. Demasiados prejuicios e incomprensiones; demasiada agresividad o miedo o superficialidad.

Comunión, porque en la Trinidad las personas no sólo están unidas, sino que son Uno, sin perder la identidad; no sólo se pone en común lo que se tiene o lo que se piensa, sino lo que se es. Este es el gran deseo que manifestó Jesús para nosotros en la última Cena: “...que todos sean uno... en nosotros” (Jn 17, 21).

¡Éste es el núcleo más bello del misterio de la Santísima Trinidad! Y lo más maravilloso es que nosotras hemos sido llamadas a participar de esta vida íntima de Dios, que es amor. Y nos adentraremos en el seno de la Trinidad Santísima en la medida de nuestra vida de gracia y de nuestra caridad, que es el grado de amor sobrenatural en nuestra alma.

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO

  1. ¿Sientes la urgencia de ir poniendo en nuestras comunidades y en todas partes el sello de la Trinidad?
  2. ¿Qué destacarías del misterio de la Trinidad?
  3. ¿Influye el misterio trinitario en nuestra oración? ¿Vivimos la Trinidad? ¿Trabajas por una mayor solidaridad y comunión entre hermanas?
  4. Comentar y Rezar: “Padre de todos, siempre joven, al Hijo amado eterno engendras, y el Santo Espíritu precede como el amor que a los dos sella”.

"El amor de Dios es tanto lo que impide la desigualdad como lo que crea la igualdad entera” (San Agustín)

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