Beatriz la mujer LUZ. Carta de la Hermana Coordinadora
Carta de la Madre Coordinadora, Hna. María del Carmen Mariñas, con motivo de la solemnidad de Santa Beatriz de Silva 2018.
Queridas Hermanas:
La fe es la luz que nos posibilita el conseguir lo que podamos considerar nuestro principal objetivo vital. La fe ilumina todo el arco de nuestra existencia y nos permite descubrir el sentido de la vida y orientarnos en la misma.
Muchos ejemplos nos han llegado de hombres y mujeres que, guiados por la fe, no han cejado en su empeño de dar lo mejor de sí a pesar de las dificultades, las voces contrarias y las puertas cerradas. El caso de Santa Beatriz de Silva es uno de esos. Sus ojos, abiertos en la negrura sin sentido del baúl, tuvieron que tener resortes de vida para hacerla germinar con la fecundidad del Carisma que nos ha legado.
Su fe alimentó cada momento, cada circunstancia, cada paso…., convirtiendo su vida en hoguera ardiente, que hizo que, al final de sus días, sellase su entrega con la certificación de aquello en lo que se había convertido: la mujer luz, que nos sugiere una fundamental opción con la que se da y nos muestra la claridad de Dios en ella.
Que una mujer quisiera fundar una nueva orden monástica femenina en pleno S. XV y además lo hiciera basándose en una cuestión que aún no se había convertido en dogma de fe era poco menos que un sueño irrealizable. Por eso, al celebrar a Santa Beatriz, tenemos que asomarnos a su propia realidad, a sus luchas, sus deseos, su intrepidez, su fidelidad, su capacidad de entrega…. y beber sorbitos, de esos que inundan nuestra pupila en oración y que nos llevan a la vida con “olor a Dios”, haciendo que nuestra Comunidad se parezca a Betania porque recrea el encuentro, la hospitalidad y el perfume del amor donado hasta romperse, y que nos permite hacer nuestro el art. 4 de nuestras CC.GG…. “viviendo el misterio de Cristo desde la fe”.
Acabamos de recibir la Instrucción que nos hace pensar en la vida que tenemos en nuestras manos, confiada por Dios para bien de la Iglesia, y que Beatriz tuvo el valor de recorrer con fe y desde la fe, por eso nos plasmó la belleza de la inspiración del Espíritu en un Carisma que nos permite seguir caminando con Luz en los ojos, Palabra en los labios y fuego en el corazón, asumiendo que la gracia de nuestra vocación nos lleva a la “consanguineidad de María Inmaculada”, adelantando el amanecer desde la confianza inamovible en el amor de Dios y la certeza de que camina a nuestro lado.
Santa Beatriz nos ha enseñado el plan de felicidad que emerge de abandonar el espacio seguro de nuestros criterios para lanzarnos a vivir el proyecto de Dios que se “exilia” de su gloria para hacerse experiencia encarnada en nuestra propia historia, y seguirlo como el sueño de Dios que nos plenifica. Esta experiencia la vamos adquiriendo cada día en la comunión afectiva con las cosas reales y a través de ellas. Es en la realidad donde este misterio nos envuelve, nos mete dentro de sí y nos hace “hogar” en sus propias entrañas, y aunque parezca que está fuera de nuestras categorías no lo está de nuestras intuiciones, por eso, la vida, hermanas, es un caudal inagotable de experiencias que vamos aprendiendo hasta hacerlas parte de nuestra vida. Beatriz es un ejemplo de lo que es y supone caminar construyendo su vida desde la experiencia de gracia que Dios le regaló, tan gratuitamente como el nuevo día que siempre amanece. El Señor, a nosotras, no nos ha dejado fuera de este don y regalo, por eso hemos de hacer lo posible para alcanzar, como Santa Beatriz, lo imposible, que nos será dado, por Dios, en la meta del encuentro.
Junto con las demás Presidentas os hago presente nuestra felicitación en este día y especialmente para las que llevan el bonito nombre de Beatriz.
Un fraternal abrazo:
Hna. Mª Carmen Mariñas
