“Él me esconderá en lo oculto de su tienda, sobre una roca me levantará (...) Dice mi corazón: «Busca su rostro»” Sl 26(27). Cómo dice el Salmo 26, el Señor me quiere ocultar en su tienda, haciéndome vivir solo para Él.
Oh, María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como un signo de salvación y esperanza. A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos, que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación del pueblo romano, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que lo concederás para que, como en Caná de Galilea, vuelvan la alegría y la fiesta después de esta prueba.
En la oración y en las súplicas, pediremos al Artífice de todas las cosas que guarde, en todo el mundo, el número contado de sus elegidos, por medio de su Hijo amado, Jesucristo; en él nos llamó de las tinieblas a la luz, de la ignorancia al conocimiento de su gloria.
Hace hoy 44 años desde aquel 3 de octubre de 1976 cuando el Papa San Pablo VI proclamó solemnemente ante toda la Iglesia, la santidad de Santa Beatriz. Una mujer que al igual que María, supo decir sí a los planes de Dios y de su corazón enamorado de Él, nació la Orden de la Inmaculada Concepción, obra que nosotras sus hijas damos continuidad a lo largo de cinco siglos.
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