INICIACIÓN A LA VIDA RELIGIOSA EN VISEU

“¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo del hombre para que lo cuides? “

Hace ya mucho tiempo que este interrogante del Salmo 8 tiene eco en mí: “¿Quién soy yo para que Dios se acuerde de mí, me cuide y se digne visitarme?”

Al hacer memoria de mi pasado, se me conmueven las entrañas con este cuidado que Dios ha tenido conmigo y cómo en cada momento de mi vida ha manifestado su infinito Amor para con esta "migaja suya".

Toda vocación es sólo la respuesta a este Amor que Dios coloca en cada una de nosotras. Y, desde siempre, como dice Él Señor al profeta Jeremías: " Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré,..." (Jer 1, 5)

¡Yo ya estaba en el plan de Dios... desde siempre! Percibo muy dentro que Dios fue construyendo conmigo un puzle y que cada pieza es su sello en mi vida, siendo el contenido aquel Amor que Él se ha dignado derramar en mí. Al final, cuando el puzle esté completo viviré en la eternidad este Amor, pero ya de forma plena, sin sombras ni velos...

Por ahora, recuerdo aquellas incontables piezas, que, sin que yo lo haya percibido, me encaminan para mi “Sí” de hoy: Cuando, por la noche, mi madre juntaba sus manos con las mías y rezábamos al Ángel Guardián; cuando yo, pequeñita, en una pausa en medio de los juegos, abría la puerta de la iglesia y sola dentro de aquella "casa" escuchaba el silencio (¡sin aún entenderlo!); cuando en aquel encuentro de jóvenes encontré “un qué casualidad", arriba de un banco, un folleto de las Hermanas Concepcionistas de Santa Beatriz de Silva; cuando en la comunidad de vida cristiana (CVX), y con la ayuda de San Ignacio de Loyola he "aprendido" a rezar; cuando en un atardecer de enero, junto al Sagrario, una amiga me dijo: "ahora sé que estás preparada para hacer el viaje" (no era más que la enfermedad que también me llegaba, pues soy enfermera de profesión); cuando el sacerdote me pregunta en medio de una conversación: “¿y por qué no ahora?"

¡Ahora! Sí, “el ahora” es hoy y, como refiere, Juliana de Norwich, una mística inglesa, sólo puedo también decir: “¡Del modo que lo vi y fue detrás de Él y lo alcancé y lo deseé, y me parece que es así y es tal como debería ser en esta vida!". He entrado en el Monasterio de Santa Beatriz de Silva, en Viseu (Portugal) el día 28 de septiembre de 2016 y el día 1 de julio he tomado el hábito empezando a ser la hermana María Susana de la Preciosísima Sangre.

“¿Podéis beber el cáliz que Yo he de beber?" (Mateo 20,22)

Beber el cáliz hasta que esté vacío, es un acto de amor, un acto de entrega total a Dios, acreditando que Dios lo va a llenar de vida eterna.

¡Sí, puedo!... ¡Así Nuestro Señor Jesucristo y su Madre, María Santísima, me ayuden! Hermana María Susana de la Preciosísima Sangre

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Monasterio de Santa Beatriz de Silva

Viseu - Portugal

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